A través de las redes sociales nos ha llegado un enlace a un interesante texto, firmado por Pedro Torrijos en El Economista, que trata un asunto al que Ganemos da mucha importancia: el modelo de ciudad que debemos enfrentar en las próximas décadas. En las ciudades del futuro – a diez o quince años vista, poco más – no se contemplará como una opción el crecimiento urbanístico desmedido que hemos vivido en décadas pasadas, como tampoco será habitual la utilización del coche privado de manera masiva para todos y cada uno de los desplazamientos. Especialmente en el centro de las grandes ciudades.
De hecho, algunas urbes lo saben, se han anticipado a la tendencia que todos vemos y llevan décadas de ventaja, al apostar por un modelo de ciudad en la que sus habitantes vivan progresivamente alejados del motor de combustión o lo usen muy excepcionalmente. Torrijos pone de ejemplo a Londres y París y se manifiesta categórico:
[…] “efectivamente, el coche privado sobra en el centro de las ciudades. Quizá lo suyo sea no confiarlo todo en soluciones punitivas, que tienen menos de soluciones que de remedios provisionales y apostar por remedios estructurales. Literalmente estructurales. En París, por ejemplo, desde hace un par de años se lleva a cabo un proceso de reducción de carriles rodados en las grandes plazas de la ciudad. Pero es que en Londres, pioneros en darse cuenta de que iba el asunto, están haciendo algo incluso más radical, porque nace desde la propia conformación arquitectónica de los edificios […]

Torrijos explica que edificios de alto standing londidenses como el “Shard”, el mayor rascacielos de Europa Occidental, a pesar de contar con 110.000 metros cuadrados, tiene solo 48 plazas de aparcamiento. Esto implica un auténtico compromiso, iniciado hace casi treinta años y muy presente en las mentes de los británicos, que habla de una forma distinta de entender el espacio urbano, el compromiso con el medio ambiente y la manera de moverse y “vivir” en la ciudad.
Ganemos Salamanca defiende un modelo similar. No sólo por la mayor y mejor utilización de transportes alternativos, limpios y saludables, sino por la filosofía que subyace a esa práctica. La idea de que la ciudad debe amoldarse a sus habitantes, y no al contrario. La ciudad debe ser recuperada de nuevo por los vecinos y vecinas para vivir en armonía; no debe suponer un ente agresivo que no hace otra cosa que expandirse, crecer y contaminar, gracias a la especulación y el malgasto de recursos de todos y todas. Las edificaciones, las calles, las plazas, los barrios… deben recuperarse para poder vivir en ellos, no tan solo para sobrevivir.
Debemos cambiar el foco de atención, pensar en Salamanca como un organismo sostenible, que regenere sus barrios, que recupere sus espacios públicos y zonas verdes, que le devuelva a sus habitantes lo que le pertenece: un sitio en el que vivir con visión de futuro y no con “parches” aplicados entre una cita electoral y otra. No se trata sólo de la presente generación, sino de las que vendrán después. Es responsabilidad de todos y todas y por ello trabajamos a diario.
La compra del coche no da derecho a utilizar espacios públicos robados a los ciudadanos. La ciudad es para la gente, no para los coches.
Efectivamente, los coches son herramientas al servicio de la gente, no al revés