Entre los principios fundacionales de Ganemos Salamanca se encuentra favorecer la participación ciudadana, cuestión que debería ir aparejada a una elevada democracia interna de la propia agrupación, configurada como un movimiento enfocado a realizar incidencia política municipal y que promovería una democracia más participativa.

Así, en relación a la participación en la toma de decisiones en la agrupación se ha llegado a un compromiso entre eficiencia y democracia interna, con muchas dificultades por el desigual acceso a la información y los ritmos vertiginosos forzados por el autoritario gobierno municipal y las lógicas institucionales.

Así, la participación en las decisiones ordinarias, incluso de cierta relevancia, ha acabado recayendo de forma efectiva en los grupos institucionales en el Ayuntamiento, y sobre todo en la Diputación, donde la participación ha visto reducida su espacio en beneficio de la representación, esto es, a través de la delegación de la toma de decisiones y la responsabilidad en los cargos electos, quienes posteriormente informan y rinden cuentas de sus decisiones con transparencia.

Esta forma de trabajar cuenta con sus ventajas e inconvenientes y en las decisiones del día a día parece ciertamente justificada, como en las decisiones urgentes; no obstante, en cuanto a la estrategia y decisiones a medio plazo es perceptible su mejora, pudiendo incorporar mecanismos que permitan una mayor participación de cualquier persona afín a la agrupación, mediante reuniones presenciales y otros mecanismos online.

Prueba de esta realidad son los posicionamientos frente a las propuestas y dictámenes competencia del pleno (decidido por los grupos de trabajo y el grupo municipal) y las mociones del resto de grupos (decidido por el grupo municipal), frente a una mayor participación en relación a las mociones iniciativa de la agrupación, que sí se proponen, informan y deciden por los plenarios.

Sin embargo, con excesiva frecuencia a iniciativa de los propios cargos públicos quienes han acabado priorizando, en función de las circunstancias políticas y su mayor conocimiento, buscando legitimación en los plenarios con frecuencia, pero sin un debate político de calado en la mayoría de las mismas. Una vez más, la falta de implicación, preparación, la escasez de tiempo y el desigual acceso a la información, se confirman como problemas reiterados, confirmando la importancia de la conocida “ley de hierro de la oligarquía”

Así, la influencia de los cargos electos es quizá demasiado elevada por la desigualdad en cuanto a la información y participación, siendo como es un deber para los cargos públicos, al ostentar la representación política y poder disponer de mecanismos de compensación económica.

No obstante, la mayor problemática podría encontrarse en la estrategia política que, tratándose con más tiempo, sí podría haberse generado de forma más participativa, incluso colaborando más ampliamente con los partidos políticos que apoyaron la candidatura. No obstante, el desborde de los grupos institucionales en su labor y la falta de iniciativa de otras personas y actores es una de las causas fundamentales, al no impugnarse la estrategia que de facto se ha ido construyendo durante los tres años.

En todo caso, las decisiones de gran trascendencia han sido tomadas mediante procesos participativos, cumpliendo de forma escrupulosa el código ético, el manifiesto y el programa electoral, tal como se realizó el proceso de primarias abiertas, que también resultó en una experiencia novedosa y culminó el exitoso proceso de construcción de la candidatura.

Ejemplo de esta cuestión fue el debate político y la consulta participativa para la votación de investidura del alcalde, que fue sin duda uno de los hechos más relevantes e ilustrativos de una auténtica democracia participativa, al presentarse en asamblea presencial abierta en la plaza pública varias alternativas, defenderse distintos argumentos, abrirse el debate en turno abierto y posteriormente votar en urna presencial secreta y a través de mecanismos virtuales por internet.

En todo caso, el mayor problema advertido tras la entada en las instituciones ha resultado en la reducción de la participación de las personas más jóvenes, manteniendo durante este tiempo una baja implicación, en cuanto al número de personas asistentes a los plenarios, siendo mucho más escasa la participación todavía en los grupos de trabajo.