El lunes estuve en la Filmoteca en el estreno del documental “El silencio de otros”. Después de verlo no creo que nadie pueda quedar indiferente.
Llevo años colaborando en lo que he podido con las asociaciones de Memoria Histórica, concretamente hace unos años participé activamente en el Foro por la Memoria de Salamanca. Recuerdo cuando estrenamos el documental “El tiro de la plaza”, audiovisual que hablaba sobre el inicio de la guerra civil y sobre cómo Salamanca se adhería a la sublevación militar de Franco.
Viendo el documental de Alberto Bahar y Almudena Carracedo, experimenté de nuevo las mismas sensaciones que cuando vi por primera vez “El tiro de la plaza” u otros documentos sobre la guerra civil: rabia. Rabia porque en este país aun no se ha reparado el dolor de aquellas victimas que perdieron la guerra y sufrieron años y años de represión y torturas. Cuando veo estas películas no puedo dejar de recordar siempre a mi abuelo, fue presidente de la casa del pueblo en su pequeño pueblo de Ávila. Mi abuelo murió hace tres años, con cien años de edad y estuvo en la cárcel por republicano, por ser un libre pensador. Después de salir de prisión sufrió la represión del franquismo.

La memoria despierta

La memoria de este país no está dormida, la memoria de este país está despierta y muy viva y pide que la Ley de Memoria Histórica se cumpla y que en nuestras calles, plazas y edificios no quede ni un resto de homenaje al franquismo y, por supuesto, que no haya que demandar vía judicial la retirada de un medallón con el rostro del dictador como ocurrió en nuestra ciudad.
El documental “El silencio de otros”, nos abre los ojos a un episodio de nuestra historia más reciente, la dictadura de Franco. Nos enseña cuáles eran las prácticas de régimen, y pone de relieve un tema menos conocido, el de los bebés robados por el franquismo a mujeres republicanas, solteras o en situación de vulnerabilidad.
Este tema lo conocía porque hace unos años participé como ponente, hablando sobre la conciliación de la vida laboral y familiar en el congreso de Uniones de Asociaciones de Familia. Allí compartí días con asociaciones feministas y de mujeres y pude escuchar las vivencias de mujeres a las que el franquismo las había robado sus hijos, mujeres no tan mayores que podrían ser mis madres o tías. Estuve varios días sin poder dejar de pensar en aquellas historias que me contaron y ayer, al volver a escuchar a mujeres relatando estas vivencias, pensé que el franquismo ha sido tapado con un tupido velo a través del pacto del olvido.

Contra el olvido

Hoy más que nunca recuerdo a Julia Conesa una de las Trece Rosas Rojas asesinadas por régimen de Franco en 1940, con su frase: “Que mi nombre no se borre de la historia”. No podemos olvidar, debemos conocer la historia, estudiar lo que pasó en España desde la memoria histórica, llevarlo a las escuelas, utilizar estos documentales que tienen testimonios de personas que siguen vivas y recordar y hablar más que nunca de la República y de su Constitución, la más garantista y social que ha tenido España.
Parece que ahora vuelven los discursos del odio del franquismo y que la derecha cada vez se afianza más en su discurso más conservador y más reaccionario. Por esto es tan importante la historia, porque si recordamos y conocemos no volverá a pasar.

Artículo original en virginiacarrera.com